“La gordura no se hereda… se sabrosea”

Buenas noches, mi gente. Vamos a hablar de un tema sensible, redondito, suculento… como yo: la gordura.

Sí, la gordura, ese fenómeno paranormal donde tragas aire… ¡y subes dos kilos! Ya no es que te peses, ¡es que la báscula ya ni prende! Se rinde. Hasta dice: “Uno por uno, por favor”.

Y es que ser gordo en México no es una condición… ¡es una tradición familiar! Como las carnitas del domingo o los tamales del 2 de febrero que te siguen saliendo hasta abril. Uno no nace gordo, uno se va haciendo a punta de amor… y garnachas.

La neta, yo no como por ansiedad. Como por gusto, por gula, por costumbre, por aburrimiento y porque en esta vida tan pinche, lo único que no me ha fallado… ¡es la torta de milanesa!

Ahora, no me malinterpreten. No es que uno no se cuide, es que el mundo no ayuda. Vas al gym y ves cuerpos mamados, marcados, brillosos… parecen salidos de un comercial de rastrillos. Y tú ahí, con tu pants del 2010 y una panza que se mueve con retraso. O sea, tú brincas… y cinco segundos después brinca tu panza. Tiene delay.

Te quieres motivar, claro. Ves videos de ejercicio en YouTube, y te pones tu botellita de agua, tu tapetito, tu playlist… y a los 5 minutos ya estás sentado comiendo papas, viendo cómo otros sudan. Eso también es cardio emocional, ¿no?

Y la ropa, ahhh, la ropa. Cuando estás gordo, la talla XL no es una medida, es una advertencia. “Extra Largo” debería decir “Extra Lucha Pa’ Entrarle”. Porque no entras… te embonas, te pliegas, te doblas. El pantalón ya no te sube, tú bajas la dignidad.

Y luego te dicen: “Baja de peso, por salud.” ¡¿Por salud?! Señora, si me da un infarto comiéndome unos tacos, ¡me muero feliz! El verdadero problema es que en México, el único lugar donde no hay comida… ¡es el panteón!

Ahora, hay quienes dicen que ser gordo es señal de abundancia. ¡Claro! De abundancia de manteca, de chela, de carnitas. Pero no me quejo. Porque mientras muchos presumen abdominales, yo presumo que no me quedo con hambre. El hambre se respeta, ¡y se apapacha!

Eso sí, el gordo mexicano es caballeroso. Siempre deja comida pa’ después… en la camisa. ¡Ahí guardamos! Que no falte. El gordo no se mancha, se marca territorio. Es su versión de QR para recordar lo que comió.

Y para cerrar: la gordura no es el enemigo… el enemigo es la pinche báscula, esa traicionera que te dice tus pecados como cura de pueblo. Y todavía con número rojo, como si te avisara que ya estás en “zona de alto riesgo y bajo autoestima”.

Pero no se agüiten, raza. Sean flacos, gordos o rellenos de antojos, mientras haya comida y ganas de reírnos de nosotros mismos, esta panza… ¡es puro amor almacenado!