“El sonido de la vida”

Entras a la habitación con el corazón latiéndote en la garganta.

No sabes si es emoción, nervios o miedo, pero ahí estás, sentado junto a la camilla donde ella espera.

El médico sonríe, hace preguntas, prepara el aparato, pero todo es ruido de fondo.

Lo único que quieres es ver.

Lo único que quieres es escuchar.

La pantalla parpadea con una imagen que aún no entiendes.

No es más que sombras y formas borrosas en escala de grises.

Pero ahí, en medio de todo, el doctor señala algo.

—Aquí está.

Y entonces lo escuchas.

Tum-tum. Tum-tum. Tum-tum.

Un sonido rápido, constante, diminuto pero poderoso.

Es el primer latido de tu hija que llega hasta tus oídos.

No es cualquier sonido, es su sonido.

Y en ese instante, el mundo deja de existir.

No pensaste que algo tan pequeño pudiera sonar tan fuerte.

No pensaste que el corazón de alguien que todavía no conoces pudiera latir dentro de ti.

Pero ahí está.

Un frijolito con corazón.

Tu frijolito.

Ella sonríe y te mira.

Hay lágrimas en sus ojos, y cuando te das cuenta, también en los tuyos.

El médico sigue hablando, explicando cosas.

Pero tú solo puedes concentrarte en ese latido.

Tum-tum. Tum-tum. Tum-tum.

Lo memorizas. Lo grabas en tu alma.

Nunca imaginaste que el sonido más hermoso del mundo cabría en un eco tan pequeño.

Nunca pensaste que amarías a alguien que todavía no puedes sostener en tus brazos.

Pero aquí estás, enamorándote de ese sonido, de esa vida, de esa promesa.

Y en ese instante, sin darte cuenta, también comienza un nuevo latido dentro de ti.